Éxito inesperado: Lilo y Stitch recauda en taquilla a pesar de críticas

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Éxito absoluto. El live action de Lilo y Stitch sigue amasando taquilla y ya forma parte de las cinco películas que más han recaudado en lo que va del año. Disney se soba las manos: luego de varios fracasos de taquilla y de crítica, finalmente un live action logra triunfar en al menos uno de los apartados. Es irónico, considerando que la película fue pensada originalmente para estrenarse directamente en Disney+. Lilo y Stitch pareciera haber encontrado la fórmula del éxito, pero también obliga a hablar del problema de los live action.

El Dilema del Live Action

En estricto rigor, Lilo y Stitch (2025) no es una mala película, pero tampoco es una buena. Sé que deberíamos apreciarla desde un prisma virgen, pero la original salió hace menos de 25 años, y en el caso de los live action, es imposible desligarse de la obra original. Si bien Disney experimentó con este formato a principios de siglo (101 dálmatas), no fue hasta El Rey León (2019) que lo adoptó como una política de funcionamiento.

Y la gran crítica era que estos remakes carecían de elementos nuevos. Lo único que hacían era replicar la historia con actores de carne y hueso, apelando a la nostalgia y generando ingresos. Si no hay nada nuevo que contar y no se suman elementos al canon de la película, ¿para qué hacerla de nuevo?

  • Remakes sin novedad ni aporte.
  • Reproducción de historias sin elementos nuevos.

El Precio de lo Nuevo en Lilo y Stitch

Lilo y Stitch sí presenta elementos nuevos. Hay cambios importantes en la historia: desde la ausencia de Gantu hasta un final distinto. Aplaudo el hecho de que Disney finalmente diera luz verde a crear historias nuevas a partir de relatos ya conocidos. Sin embargo, el problema es que los cambios van en contra del espíritu original. Pareciera que los productores no entienden sus propias obras ni comprenden el trasfondo social y familiar de Lilo y Stitch.

La película original mantenía un fuerte discurso sobre la pertenencia: pertenencia a la isla y a la familia. La popularización del término “ohana” no solo es un reflejo del espíritu hawaiano, sino también un faro espiritual que transmite que la familia es familia, pese a todo. De hecho, la cinta de 2002 termina con una familia profundamente disfuncional: dos hermanas, el pololo de una de ellas, tres alienígenas y un exagente de la CIA. La idea de que la búsqueda de nuestro lugar en el mundo se emprende mejor en familia fue completamente ignorada en el live action.

Hay una escena en la película original que marca perfectamente el arco narrativo del protagonista y que fue omitida en la nueva versión. No hay problema en omitirla —bienvenido que no sea un calco—, pero el problema es que no fue reemplazada por nada, ni siquiera por algo similar. Sin Patito feo, Stitch no comprende qué es lo que le aprieta el corazón. La falta de conciencia sobre el espíritu narrativo es lo que convierte a este live action en una película mediocre.

Repetición sin Innovación en Hollywood

Y el año seguirá esa tónica. En unas semanas se estrenará el live action de Cómo entrenar a tu dragón, una película que salió hace apenas 15 años. Estamos forzando la maquinaria de la nostalgia, y según lo que se ve en los tráilers, la cinta es un calco plano por plano de la versión animada. Si ya contamos una historia —y lo hicimos hace poco—, ¿cuál es la necesidad de repetirla exactamente igual? La crisis creativa de las grandes compañías es preocupante.

Lilo y Stitch seguirá generando ingresos. El público casual asiste en masa al cine porque, mal que mal, este estreno se ha transformado en un evento cinematográfico. Dos generaciones se unen en torno a los mismos personajes, y eso no deja de ser algo bonito: es parte de la magia del cine, esa que nos hace enamorarnos de las películas. Incluso la historia más regular puede encantar cuando se vive en la gran pantalla.

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