El 14 de agosto, Nayib Bukele sorprendió con un nombramiento que encendió el debate en El Salvador: Karla Edith Trigueros, capitana del Ejército y doctora en medicina, fue designada como nueva ministra de Educación, Ciencia y Tecnología. Su llegada rompe una tradición de más de 50 años sin figuras militares al frente de esta cartera, y marca un giro político cargado de simbolismo.
Un reglamento escolar con sello castrense
La primera gran medida de Trigueros fue la implementación del “Reglamento para la Promoción de la Cortesía Escolar”, en vigor desde el 20 de agosto. Con la excusa de recuperar el orden y la disciplina, se establecieron exigencias que recuerdan más a la vida militar que a la vida académica:
- Uniformes impecables y zapatos lustrados.
- Cabello corto y “peinados adecuados” bajo supervisión.
- Normas de cortesía obligatorias: saludar al profesor, decir “por favor” y “gracias”.
Videos difundidos en redes sociales mostraron inspecciones a estudiantes en los accesos de los colegios, mientras peluquerías de barrio se llenaban de jóvenes obligados a cumplir con los requisitos.
“Lunes cívicos” y patriotismo forzado
El reglamento también impone los llamados “lunes cívicos”: ceremonias patrióticas semanales con himno nacional, oración a la bandera y formaciones disciplinarias. En algunos centros, el Ministerio incluso entregó fondos para la compra de banderas y material alusivo.
Críticos señalan que este tipo de actos rozan la adoctrinación, bajo un formato que prioriza la lealtad al gobierno y la nación antes que el pensamiento crítico y la educación de calidad.
Voces críticas: entre disciplina y autoritarismo
El gobierno defiende la normativa como un paso necesario para recuperar el orden en las escuelas tras años de violencia y presencia de pandillas. Sin embargo, las críticas no tardaron en llegar:
- Organizaciones magisteriales y de derechos humanos alertan de una militarización de la educación pública, con ecos de regímenes autoritarios.
- Expertos advierten que los nuevos requisitos golpean a las familias más pobres, incapaces de costear uniformes impecables o cortes de cabello frecuentes.
- Desde la oposición, se acusa al oficialismo de usar la educación como un terreno de control social y simbólico.
Bukele, sin autocrítica
Frente a las críticas, Bukele cerró filas en torno a su ministra. El presidente respondió con dureza: quienes no estén de acuerdo, dijo, “pueden volver a la indiferencia de antes”. Una frase que confirma lo que muchos temen: que más que disciplina, lo que se busca es obediencia sin cuestionamientos.